dimecres, de setembre 20, 2006

Matar al mensajero, o cómo culpabilizar a las víctimas

En una ocasión, mientras asistía a un cursillo sobre literatura hispanoamericana, el profesor nos explicaba una leyenda, creo que argentina. No recuerdo el nombre de la leyenda, pero sí que trataba de unos niños, que al poco de nacer se les introducía (supongo que era una metáfora, o un cuento para asustar a los niños malos) en unos jarrones, en los que iban a pasar sus años de crecimiento, jarrones que sólo dejaban libre su cabeza. Así, su desarrollo posterior, su crecimiento se ajustaba a los límites que le dejaba el jarrón. Según la forma del jarrón, teníamos un niño de cuello largo y fino y amplias caderas, o de otras formas, siempre según el recipiente. La relación que tenía la leyenda con la literatura hispanoamericana no viene a cuento, pero pretendía analizar cuáles habían sido los "recipientes" en los que se había encorsetado los textos latinoamericanos en su fase de crecimiento (la idea no es mía, os lo repito)
Bien, y en esas estamos, en enlazar la idea esos niños formados de acuerdo a unos corsés y el tema de hoy, que es la moda, específicamente la moda en Cibeles. Y es que siento cómo las modelos de las pasarelas son exactamente esto: niñas a las que han (o hemos) modelado de acuerdo a unos parámetros, de juventud (divino tesoro, sobre todo tesoro para algunos), de delgadez, etcétera, para ahora rechazarlas por seguir las pautas. Porque lo que me parece fortísimo es que se empiece la casa por el tejado. De marginar a unas chicas por demasiado delgadas a responsabilizarlas del impacto de la anorexia y la bulimia veo que hay un paso, y bien breve. Vamos a analizar un poco el tema: ¿son las modelos las que unilateralmente y haciendo uso de su libertad individual han decidido no pasar de una talla de adolescente? ¿No son más bien empujadas a tener ese "peso ideal" (ideal por oposición a real, y aquí sigo a Platón)? Vamos a preguntarlo claramente: ¿deciden algo las modelos, ni siquiera esas que llaman "top model"? Creo que no. Que me perdonen, pero siempre las he visto como víctimas, si no como siervas (¿se dice fashion victims?). Y ahora, para colmo, hambrientas y en el paro.
Entiendo que desde las pasarelas, ahora Cibeles, se pretenda hacer propaganda, o desviar la responsabilidad hacia otra víctima propiciatoria. Pero que en una semana (según se ha sabido) se comunique que no se aceptará a modelos por debajo de un peso me hace sospechar que lo que se pretende no es mejorar la salud, sino más bien hacer otra de esas campañas en las que el que te vende una bebida te está haciendo un favor por permitir que pertenezcas a su casta, o está salvando el planeta de los peligros que probablemente ella misma ha provocado.
Para finalizar apunto una reflexión: ¿por qué los modelos chicos quedan fuera de estos problemas?

2 comentaris:

Javier López Clemente ha dit...

Suscribo de pe a pa.
¿Me pregunto en que puñetero jarrón me metieron?

Salva Pérez ha dit...

Jajaja, muy bien lo del jarrón, Javier. He escrito el artículo un poco cabreado de que se entregue a los leones a las modelos, que no son otra cosa que víctimas. De esto de culpabilizar a las víctimas ya sabía bastante Hitler. Por desgracia, a Hitler lo veo cada día más presente en determinadas actitudes.