He oído últimamente en la radio un anuncio de una empresa para aprender inglés en 1000 (léase, si se quiere, mil) palabras, y que al tiempo defiende una funcionalidad avalada por la experiencia. Enseguida me ha venido una reflexión (los amigos me sabréis reflexivo): yo, como profesor de valenciano que soy, ¿qué palabras incluiría en esa lista a partir de la cual una persona ya "sabe" hablar el idioma, en este caso, de Ausiàs March?
Empecemos por partes: la primera de las cuestiones es que supongo que además de las palabras (recordemos, mil, ni una más necesitamos) enseñará el curso también cosas tan "funcionales" como son el género, masculino y femenino, el número, singular y plural, los tiempos verbales... y más, de manera tal que no nos convirtamos en herederos de "Toro Sentado" (lo hubiese puesto en inglés, pero todavía no he empezado el curso de los 1000 palabros y no domino la lengua de Bienvenida Pérez)
a la hora de hablar, ya sabéis, con el "Indio no fumar la pipa [de la] paz con tu".
Una vez salvada esta pequeña inconveniencia del plural, del femenino, y el resto de los caprichos de un idioma, se me plantea el verdadero obstáculo: ¿qué mil palabras? ¿Y cuáles no incluyo, y por tanto condeno a ser consideradas inútiles, improductivas, parasitarias?
La verdad es que la situación que tiene quien tenga que hacer la lista es complicada, como poco. Empecemos por los substantivos (¿qué sería la lengua sin nombres?), porque ha de haberlos. Para facilitar las cosas, miremos los campos semánticos, esto es, agrupemos las nombres relacionados, para que esto no sea un caos. Por ejemplo, los animales. Si el total son mil palabras, calculo que los substantivos no pueden ser más de trescientos, con lo que, por ejemplo, al reino animal no le corresponden más de veinte. Pongámonos, pues, a escoger: perro, gato, burro, pato, pájaro (sí, sé que no es lo mismo una golondrina, la que no hace primavera, que un canario, el que da nombre al color, pero es que no caben todos!!!), ratón, cerdo, ternera, cordero, hormiga, mosca (mosquito es otro??? preguntémosle al zoólogo, o a mis tobillos), conejo, pollo, sepia, pescado, caballo, pavo, simio (no nos olvidemos del gran simio, puesto que conforme van las cosas, y los proyectos actuales, pronto podrían ser como de la familia, especialmente la de algunos), abeja, mariposa, y ya tenemos los veinte. Dejemos de lado tigres, leones, elefantes, pingüinos, y muchos más porque, como no los podemos ver cada día (por lo menos, yo no los veo), los supongo "poco útiles" para uno de estos programas de aprendizaje digamos agresivo.
Después de todo, si me perdonáis la imagen, se me aparece la cara de Noé, decepcionado por una elección tan restrictiva. ¿Para esto, todo el viaje? Sí, ya sé que ahora está de moda Kavafis, y aquello de que lo que importe es el propio viaje y no el destino. Pero hay que tener en cuenta que Kavafis no se tuvo que enfrentar a un diluvio que, además, fue universal. De hecho el poeta griego no vivió ni la "Riuà", la inundación de València del 59.
Sinceramente, tampoco me imagino a Noé a la puerta del arca (al fin y al cabo era suya) haciendo de "segurata" para decir a los animales "tú sí subes" o "tú te ahogas", que sólo caben veinte. De hecho, con tanto animal, seguro que se colaría alguna bestezuela para la que, por desgracia, ya no quedaría nombre.
Bueno, ¿y las plantas? ¿Y las herramientas? ¿Y los objetos? Recordad que dejábamos 300 nombres, y nos los tenemos que repartir. No podemos dejar de lado palabras como "amigo", "madre", "dinero", y un largo etcétera. Por el bien de la buena educación, apartaremos las palabras malsonantes, pero así y todo no nos salen las cuentas. Porque nos quedan todavía los verbos, tan necesarios para decir que existimos, qué somos, qué hacemos; los adjetivos, para decir cómo somos o cómo son las cosas; los pronombres, para no repetirnos; las preposiciones, para distinguir quien hace una cosa de aquél al que se la hacen; las conjunciones, los determinantes, todo aquello que hace que las frases no sean de tres palabras, y se pueda distinguir esto de aquello, mío de tuyo; y los adverbios, que si no hay quien no sabe ni dónde ni cómo está.
Bueno, resumiendo, que no me sale la lista de marras. Porque ya me parece absurdo que alguien crea que aprender un idioma es algo fácil como para creer además que se reduce a mil palabras, y basta. Y eso sin contar con los juegos de palabras, los equívocos que nos surgen a los que aprendemos un idioma (recuerdo a un inglés que me dijo que su mujer no era un personaje importante, era una "cualquiera"). Y sobre todo sin contar con la literatura, con las metáforas, con todo lo que supone una lengua. ¿Puede que sea porque la literatura, el pensamiento, la cultura sea "poco funcional"? Así nos va. Pronto nos igualaremos al simio, y no porque estos animales eleven su coeficiente.
PD. Este texto es la traducción de la entrada anterior. No me he podido resistir, dado que he visto que mi buen amigo Manel Mora Fandos me ha incluído gentilmente en sus enlaces de su página, que sé que lee gente desde diversos puntos de la Península. Mi falta de modestia me ha llevado a pensar que tal vez alguna de estas personas decida dedicar unos minutos a mi página, y he pensado que tal vez encuentre en ella algo interesante. Gracias a todos.